“Jesús dijo:’Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, allí queda, él sólo; pero si muere, da mucho fruto’ (Juan 12, 23-24).
“Sabemos así que nuestro hombre viejo fue crucificado con Él, a fin de que fuera destruida nuestra naturaleza transgresora y dejáramos de ser esclavos del pecado”(Romanos 6,6).
“Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia la salvación, que dice a Sión: ’Ya reina tu Dios” (Isaías 52, 7-8).
“Dijo María: ’Alaba mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador, porque ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava. Desde ahora, todas las generaciones me llamarán bienaventurada” (Lucas 1, 46-48).
“Dísteis muerte al príncipe de la vida, a quién Dios resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos” (Hechos de los Apóstoles 3, 15).