La historia de Caperucita sin el lobo feroz….
Estuvimos casi todo el Sábado localizando. Bueno,
localizando, localizando, lo que se dice localizando…la verdad es que lo
teníamos casi todo localizado y más que nada fue la excusa para ir a
almorzar….jeje!!. La capa roja sí que la teníamos ya desde hacía algún tiempo;
un toque por aquí, un recorte por acá, que si es larga, ahora corta, muy
roja…en fin, las cosas del directo…pero si que teníamos en mente el proyecto,
lo veíamos cada día, nos trasladábamos al lugar, fantaseábamos con la idea de
volver allí y hacer esas fotos que durante tanto tiempo habíamos soñado. Sólo
quedaba un pequeño detalle por subsanar, o no tan pequeño… y era saber quién
iba a tener el papel protagonista en esta historia, quién iba a ser nuestra
Caperucita especial y aquel día, un día sin más, apareció … No la esperábamos,
símplemente apareció: - Hola, me podeis hacer una foto para el carnet??? Y ahí
estaba, era ella, Amanda se llama, apareció en el momento justo, en el instante
preciso…y es que cuando menos te lo esperas el universo se alinea y provoca
cosas que no acertamos a entender pero que de verdad suceden y con la mayor de
las facilidades te muestra aquel sueño que algún día te atreviste a soñar…,
pero claro, esto no iba a ser fácil, está muy bien que el universo trabaje para
ti, pero de ahí a que él solito lo haga todo hay un camino….
Y así fue como el domingo amaneció anunciando el
otoño que tres días antes había entrado según el calendario y que según nuestro
guión entró el mismo día en que nos decidimos a hacer la sesión, casi a las
tres de la tarde…..el cielo se nubló, aún teníamos esperanzas de que algún rayo
de sol apareciese por entre las nuebes grises y albergábamos esperanzas, pero
no fue así y como todo otoño que se precie trajo consigo un vendabal incesante,
bajaron las temperaturas y el cielo hizo varios amagos de lluvia pero que en
ese momento fruto de la ilusión ninguno quisimos ver y es que resulta que, como
de todas las situaciones hay que sacar siempre lo positivo fue así como nos
pusimos en camino, el coche lleno de trastos, de ropa, zapatos, cámaras,
objetivos, pinturillas y muchísima ilusión.
Nadie, ni una sóla de las almas que íbamos a la
aventura se desanimó, no hicimos caso a ninguna dificultad y sin saber como, de
pronto nos encontramos recorriendo senderos y campos con fondos de alpacas de
maiz recién segado, grises nubes, algún rayo amarillo que se reflejaba en el
parabrisas del coche, gente de romería, zapatos rojos enterrados en la tierra
de labor… los pinares se antojaban cada vez más cercanos y hacia allí nos
dirigimos. Con las miradas extrañas de algunos vecinos y la valentía que
provoca la ilusión por poder hacer realidad aquella historia estuvimos hasta
que el cielo se abrió y descargó sobre el campo árido el primer aguacero serio
del recién entrado otoño.
Sí, tuvimos que refugiarnos, no había cámara que hubiera resistido aquello pero
gracias a que tenemos nuestro estudio, pudimos anclar literalmente el coche en
su puerta y descargar todo el material que llevábamos y una vez allí pensamos que
podríamos seguir haciendo realidad este cuento en el estudio y así fue y este
es ahora el resultado que os mostramos al completo.
Esperamos que os guste, que os inspire, que os
revele algún secreto, que os haga sentir que el universo siempre se alía con
quién confía y alberga esperanzas, con quién es positivo, que es mejor mirarse
dentro de uno mismo que mirar lo que hace el otro y copiarlo, que es mejor dar que recibir,
que la luz es más brillante si alumbra en una sóla dirección y que la gente
realmente creativa es la que mueve el mundo.
Gracias a Amanda y a Laura y a todos los que hacen
posible que estos proyectos de una u otra forma se hagan realidad.