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Guggenheim Bilbao

XX Aniversario - El Arte lo cambia todo


Definido como el mejor edificio de la segunda mitad del siglo XX, el Museo Guggenheim Bilbao transformó completamente la ciudad, colocándola en el mundo y modificando radicalmente su imagen. Se inauguró en 1997, según proyecto del arquitecto americano Frank Gehry, quien, tras visitar la ciudad, tuvo muy clara su ubicación. “Ese es el lugar”, exclamó tras observar una panorámica de Bilbao desde el monte Artxanda. Ese lugar eran los terrenos de la antigua Compañía de Maderas, al borde de la margen izquierda de la Ría. Como el propio arquitecto ha explicado, el diseño está basado “en el puerto que fue y la ciudad que es”, simbolizando un navío anclado a orillas del Nervión. El titanio permite contemplar, en cada momento del día, las tonalidades que la luz proyecta sobre él.

A la espectacularidad del edificio se suma un entorno en el que el Nervión marca su impronta abrazando un agradable paseo de ribera. El Museo Guggenheim Bilbao se encuentra rodeado de paseos, zonas verdes y plazas de reciente urbanización, donde conviven obras artísticas de creadores como Louise Bourgeois, Eduardo Chillida, Yves Klein, Jeff Koons o Fujiko Nakaya. Los alrededores del Museo Guggenheim se han convertido en un atractivo punto de encuentro donde disfrutar del arte, tomar un refresco, escuchar música en directo, hacer deporte o jugar en una zona recreo infantil de columpios vanguardistas que cuenta con una fuente interactiva que es un imán para los mas pequeños.

Desde su apertura en 1997, las adquisiciones del Museo Guggenheim Bilbao se han centrado en obras realizadas a partir de mediados del siglo XX hasta nuestros días, complementando de esta forma los fondos de la Solomon R. Guggenheim Foundation y forjándose, al mismo tiempo, una identidad singular. Visitado por cerca de un millón de personas al año, uno de sus principales atractivos es la sala ArcelorMittal, un amplio espacio donde se muestran de forma permanente ocho obras del escultor Richard Serra.

Sin duda una opción más que interesante para pasar un buen día en Bilbao y descubrir los encantos de esta tierra amable y que nos acoge con los brazos abiertos.


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martes

Asturias

El paraíso natural


Si hay una combinación perfecta de cultura, naturaleza y gastronomía esa es Asturias. Lo primero que llama la atención cuando viajas a esta región de la España Verde son sus paisajes, algunos tan espectaculares como los del Parque Nacional de los Picos de Europa y uno de sus lugares más míticos: los Lagos de Covadonga. Además de la montaña, prepárate para disfrutar de hermosas playas en localidades turísticas como Llanes, Ribadesella, Gijón o Cudillero. Entornos ideales para asomarse a los múltiples miradores o practicar deportes como el surf. 

Hablar de gastronomía en Asturias es hablar del culto a la buena comida. El queso de Cabrales, la fabada asturiana, la sidra… Son tantos los platos y productos típicos que seguro que te vas con buen sabor de boca.En el aspecto cultural, no nos podemos perder los yacimientos, cuevas y museos de arte rupestre de la zona, con pinturas y grabados espectaculares y algunos con origen en el 25.000 a.C.


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El Capricho de Gaudí

Una ruta a ritmo del cantábrico

Localizado en la ciudad cántabra de Comillas y declarado Bien de Interés Cultural, se hace visita imprescindible para los enamorados del arte en general y de la arquitectura en particular, radicando su importancia en ser el primer edificio de Gaudí y, por consiguiente, obra importantísima para el devenir de la carrera del arquitecto y esencial para el estudio de la trayectoria del conjunto de su obra y definitoria del estilo de su primera época, que se distingue por la influencia mudéjar, por la alternancia entre esta sugestión orientalista y el medievalismo, y por la aparición progresiva y creciente de los elementos que corresponden a la época de madurez de Gaudí.

El exterior del edificio se caracteriza por la utilización de la piedra en la parte baja, del ladrillo visto adornado con franjas de cerámica vidriada que representan girasoles y hojas en el resto y la superposición de la superficie curva frente a la recta.

El Capricho es una muestra de la plenitud de la tendencia oriental en la que Gaudí halló espléndidas soluciones, como la torre-minarete (o alminar persa) y que es el elemento definitorio de esta obra y el primer precedente de una solución arquitectónica que aparecerá en futuras construcciones como Bellesguard o los Pabellones del Park Güell. En el remate de la torre, toda ella revestida de la misma cerámica que las franjas, acentuando así su verticalidad, hay un delicioso templete sostenido por cuatro columnas de fundición, en el que la geometrización de la cúpula es un verdadero cubismo realizado con un cuarto de siglo de antelación.

También hay que destacar en esta primera obra de Gaudí la extraordinaria adaptación a las características del contratante. Efectivamente, Díaz de Quijano era músico amateur y coleccionista de plantas exóticas. El Capricho, cuyo nombre evoca, precisamente, la composición musical libre y fantasiosa, tenía planta en forma de U para abrigar del viento del norte un gran invernadero orientado al sur donde el propietario atesoraba las plantas que le traían de ultramar. Y Gaudí reflejó la pasión del propietario por la música en diversos elementos, tanto de la decoración interior, como en el exterior. Es el caso de las vidrieras de la libélula con una guitarra y la del gorrión sobre un órgano, o del banco-balcón, donde los contrapesos de la ventana de guillotina eran tubos metálicos que al subir o bajar eran percutidos por un vástago y emitían agradables sonidos musicales.

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